El pasado domingo culminó una temporada más para los Dolphins de Miami, desastrosa, llena de escándalos que culminaron en su eliminación. Parecía que luego de la derrota ante Tampa el cuerpo técnico de los Dolphins había encontrado la fórmula para su clasificación. Dos semanas antes de concluir su último juego derrotaron a los Patriots de Nueva Inglaterra, esta era otra victoria, la cuarta, sobre equipos que dominaron su división durante la temporada, pero también hubo varias derrotas contra equipos al fondo de la división, tres en total. Un equipo inconsistente que se relajaba cuando jugaba contra los equipos perdedores, pero se crecía ante los equipos ganadores. Todo apunta a una preparación deficiente por parte de sus dirigentes a ambos lados del balón. Su ofensiva era unidimensional casi sin juego por tierra, con unos corredores (RB) que lucían igual de inconsistentes, y una línea ofensiva que permitió 58 detenciones (sacks) a su mariscal de campo (QB) Ryan Tannehill. Al final se hacía casi imposible para la ofensiva producir anotaciones por lo predecible de su juego. Del otro lado del balón, la defensa no hubo mucha diferencia. Lucían faltos de condición, agotados para terminar juegos y cerrar victorias. Los resultados de los juegos en más del 50% de estos se decidieron por 4 puntos o menos, en un total de 9 ocasiones. No hay que ser un genio en materia de football para saber que algo dentro del camerino no estaba funcionando. A esto súmele dos semanas de circo mediático por el caso Martin/Incognito que abonó a la distracción de un equipo falto de condición, dirección, y más que nada motivación. La receta perfecta para el desastre, para un año más sin que los dolfans puedan ver a su equipo, los Dolphins, jugar en la postemporada.
El resultado final de esta temporada debe ser señal inequívoca para su dueño Stephen Ross de que hay que hacer cambios. Los problemas comenzaron con una selección mediocre en el sorteo de jugadores. Cuando haces una transacción para reclamar en el tercer turno a Dion Jordan y luego el dirigente ofensivo lo usa solo tres o cuatro veces por juego, hay dos cosas envueltas: primero, no hay comunicación entre el gerente general y su cuerpo técnico, porque seleccionas un jugador que no se ajusta a las necesidades que tu dirigente defensivo busca o desea implantar; segundo un trabajo mediocre por tus escuchas, ya que estos no analizaron las necesidades del equipo tras la salida de Reggie Bush, Jacke Long y los demás agentes libres que no fueron retenidos. El ejemplo más fuerte es la firma de Mike Wallace, quien es una amenaza en el juego largo por aire, y al tercer juego de la temporada su coach ofensivo Mike Sherman le dijo a la prensa que Wallace debía ajustarse a su sistema ofensivo, ya que su libro de jugadas no tenia jugadas en especifico para el estilo de juego de pases largos. Como decimos en buen español “nada más con el testigo”, para muestra con un botón basta. Si se escogió a Jordan y se firmó a Wallace y no eran del agrado de los dirigentes o no se ajustaban a las necesidades del equipo, simplemente el Gerente General (GM) Jeff Ireland y sus escuchas corren los Dolphins como una finca privada, donde se contrata a los nombres y no a los jugadores necesarios.
Ross no debe de titubear y comenzar con una limpieza total de la oficina de Ireland, comenzando por el propio Ireland quien gastó más de 200 millones de dólares en agentes libres, con cerca de 140 millones en contratos garantizados, en jugadores que no se ajustaban a lo que buscaban sus dirigentes. Luego debe solicitar la salida de Sherman, quien en su ego personal prefirió que el equipo se eliminase, perdiendo la confianza de su protegido en mariscal de campo (QB) Ryan Tannehill, cuando no quiso hacer cambio alguno al libro de jugadas, y la forma de llamar las jugadas. Pero principalmente arriesgando el futuro de Tannehill con una línea ofensiva pobre qué no lo protegía, ni le permitía usar el juego de la carrera. De ahí en adelante Ross debe despedir a todo el cuerpo técnico, ya que podría llenar páginas de malas decisiones. Como por ejemplo la decisión de retener a Caleb Sturgis quien tiene una pierna poderosa, pero su técnica deja mucho que desear, y nadie parece haber mirado los videos para ayudarle. Ese simple detalle costó dos victorias. Pero es Ross quien tiene la palabra y quien podrá cambiar el futuro inmediato de la franquicia. Los cambios son obligados, de Stephen Ross la decisión…
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