La pasada semana adelanté en mi escrito que si los Dolphins de Miami no arrancaban rápido en el juego y permitían que se plantara la defensa de Jacksonville seria una tarde bien difícil. Así sucedió, el juego de los Dolphins en la ofensiva es predecible, mecánico y ausente de la carrera. Ya había adelantado que Lamar Miller no es un corredor de fuerza, es un corredor ágil en las rutas pero carente de poder para ganar primeras posesiones. Esta simple razón hace a los Dolphins predecibles a la ofensiva. Del domingo en Washington al pasado domingo no hubo ajuste alguno para traer de la mano el juego de la carrera, a sabiendas de que derrotar a Washington fue más un golpe de suerte ejecutado por Jarvis Landry, que una pieza de arte ejecutada por Ryan Tannehill al mando de la ofensiva. Bill Lazor pareció el pasado domingo un clon de Mike Sherman convirtiendo el juego ofensivo en uno unidimensional olvidando el juego por tierra. Para Jacksonville fue algo sencillo plantar su defensa zaguera y defender su casa. Para este domingo en casa, las cosas podrían tornarse aun peor si Lazor no obliga el juego de la carrera, será la única manera de que Ryan Tannehill pueda articular en la ofensiva. Creando el juego de adentro con la carrera, para entonces poder abrir las rutas de los recibidores.
Del otro lado del balón la cosa esta quizás más crítica, Kenvin Coyle no pudo en 7 días hacer un ajuste direccional en los ataques de Cameron Wake para que este pudiese aprovechar el doblaje montado frente a Ndamukong Sue y presionar al mariscal de campo (QB) de Jacksonville Blake Bortles. De hecho los Dolphins no tienen al momento ni una sola detención (sacks) en los primeros dos juego, y para colmo de males el doblaje ofensivo contra Sue lo dejo la semana pasada en un solo tacle. Problemas como este afloraron al final de la pasada temporada dejando a los Dolphins fuera de la post temporada. El juego en la línea defensiva trasera estuvo ausente, Bortles hizo con el balón lo que quiso y cuando quiso. El resultado una derrota, no solo en el campo de juego y para la tabla de posiciones, sino una derrota mental y moral ante la inversión millonaria en la nomina. El juego de Búfalo es mucho más articulado que el de Jacksonville, por lo que Coyle está en aprietos tanto con los medios deportivos de Miami y los fanáticos, pero principalmente con los administradores del personal: Mike Tannenbaum y Dennis Hickey. Estos no pueden permitir libertades y un mal arranque en este comienzo de temporada que parecía favorecer a los Dolphins.
Lazor y Coyle han estado en la silla caliente toda la temporada, son ellos los llamados a ajustar y solucionar los serios problemas de las lagunas presentadas en el juego de los Dolphins a ambos lados del balón. Traer la carrera dentro de la ofensiva y presionar la línea ofensiva deben ser los primeros ajustes a considerar para el juego del próximo domingo en la apertura en casa. De estas dos cosas no concretarse ¿estará en problemas el cuerpo técnico?
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