A pocas horas de otro juego fuera de los Estados Unidos, en el histórico estadio Wembley de Londres los Dolphins de Miami van a otro encuentro divisional frente a los Jets de New York. Una semana donde la crítica ha sido inclemente contra el cuerpo técnico de los Dolphins. Las decisiones de quién estará activo son la orden del día. La línea ofensiva hace que el mariscal de campo (QB) Ryan Tannehill sea una nueva versión de Andrew Luck, corriendo por su vida cada vez que tiene el balón en sus manos. Las interrogantes están presentes en la mente de los cronistas deportivos y de los fieles dolfans. El juego de la carrera está ausente con solo 54 intentos en 3 juegos para un promedio 18 intentos por juego, con tan solo 4.03 yardas de promedio por intento. Lamar Miller el principal corredor de los Dolphins tiene 30 de esos intentos con un promedio paupérrimo de 3.5 yardas por intento. Pero la peor parte es simple pero sencilla, los corredores de los Dolphins no han podido convertir ni una sola anotación por tierra. La pregunta obligada es la siguiente: ¿Bill Lazor sabe o tiene conocimiento de porqué despidieron a Mike Sherman? ¡Aparentemente no! Su juego está más leído que 50 Sombras de Grey. Eso sin contar la pobre protección que le brindan a Tannehill y las pocas rutas que les abren a los corredores desde la línea ofensiva. Lazor viene obligado a forzar la carrera y lograr que Tannehill agarre el tempo de juego temprano para poder aspirar a la victoria. Para eso Tannehill deberá desesperadamente encontrar y envolver en la ecuación ofensiva a Greg Jennings, Kenny Stills y DeVante Parker. Ya que de mañana en adelante veremos a las defensas contrarias doblar a Jarvys Landry en casi todas las jugadas. Los Dolphins tendrán problemas en su ala cerrada (TE) ya que Jordan Cameron está lastimado y eso podría ser un dolor de cabeza para Tannehill a la hora de buscar ayuda cuando la línea ofensiva colapse.
Del otro lado del balón es donde peor lucen los Dolphins. Debo señalar que los Dolphins no han sabido aprovechar la presencia de Ndamukong Suh a quien la ofensiva contraria dobla constantemente y el Coordinador Defensivo Kevin Coyle no ha podido crear una estrategia para poner presión a los mariscales de campo contrarios (QB). Al filo de comenzar el cuarto juego de la temporada los Dolphins no han logrado una sola detención (sack). Pero si en el frente defensivo hay problemas la parte trasera con Brice McCain han sido blanco fácil de todo el mundo, ¿debo recordarles un nombre? Blake Bortles. ¡Creo que no debo escribir más! Bortles hizo lo que le vino en ganas con su juego aéreo. Pero que me dicen de Tyrod Taylor de los Bills aquí sus estadísticas frente a los Dolphins: por ciento de pase 72.2%, 277 yardas, 3 anotaciones (Tds), 0 intercepciones y un ratio de 136.7; no, ese no fue Tom Brady, ni mucho menos Payton Manning. A eso súmele que los Dolphins han permitido 435 yardas por tierra y un promedio de 5.9 yardas por intento. Esa es la fórmula perfecta para el desastre, que es exactamente lo que está sucediendo con la dirección de los Dolphins, simplemente un desastre. La pregunta obligada: ¿Kevin Coyle lee las mismas estadísticas que yo?
Lo que acabo de describir no es nada alentador, a ambos lados del balón las cosas no funcionan para los Dolphins. Pero nada parece preocupar a su principal dirigente, el coach Joe Philbin, este se pasea como si nada estuviese sucediendo, y su cuerpo técnico esta semana se paseó delante la prensa cual estrella de Hollywood en la alfombra roja, unas veces para dar excusas, otras para tratar de explicar lo inexplicable. Somos muchos los que esperamos que en alguna oficina Mike Tannembaum y Dennis Hickey estén apuntando nombres y haciendo llamadas, porque ha llegado la hora cero para los Dolphins. Un record de uno ganado y tres perdidos al filo de la semana de descanso exige cambios de personal. Pero es mejor saborear una victoria. ¡VAMOS PHINS!
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